El
mercado de la vivienda de interés social en Chile se ha desplegado, como muchos
otros del área de las políticas públicas, a través del mercado (Farías, 2014). Problemática de
larga data, la provisión de vivienda a los segmentos más pobres de la población
ha pasado por diferentes momentos en las políticas del Estado, todos los
cuales, independiente de sus características y rol del Estado en ella, fueron
deficientes en paliar el déficit hasta los años 80s y, en especial, 90s, donde se ven niveles
de construcción de viviendas sociales nunca antes vistos (Hidalgo, 2007).
Este
fuerte aumento en la cantidad de viviendas de interés social construidas fue
fruto del sacrificio de la calidad a manos de privilegiar la cantidad. Esto ha
tenido terribles consecuencias, desde la materialidad y tamaño de las viviendas,
hasta la segregación a gran escala. Las primeras dos problemáticas se han
logrado revertir a través de regulaciones a los estándares, respecto de los
materiales a utilizar y el metraje cuadrado mínimo que deben tener estas
viviendas, y así evitar la aparición de más casas Copeva o casas de nylon (Herman, 2012), o
nuevas casetas de Malloa o casas pitufas (Noemi, 2006). Sin embargo, el elemento de segregación
no ha sido resuelto y es todavía un tema complejo de abordar, con intentos poco
exitosos como el subsidio a la localización.
Las
críticas derivadas de los resultados de la política habitacional implementada
en dictadura y llevada a cabo hasta los años 90s dieron paso a la Nueva
Política Habitacional (NPH) que rigió del 2006 al 2010, y que tiene por pilares
fundamentales “reducir el déficit, mejorar la calidad y promover la integración
social” (Sur, 2011 p.21), y que entre otras cosas, introduce la figura de la EGIS
(Entidades de Gestión Inmobiliaria Social). Esta nueva figura cumple el rol de
coordinar a todos los actores involucrados en el proceso de asignación de una
nueva vivienda, a saber: Estado, quien da los recursos para la construcción,
las Constructoras e inmobiliarias, quienes construyen y ejecutan los proyectos,
y las personas o beneficiarios, a quienes se les ha asignado el subsidio y son
los receptores del producto, a saber una vivienda de interés social donde
podrán habitar. Las EGIS selecciona a los beneficiarios, administra los
subsidios y da asistencia técnica, el MINVU se queda con la función
fiscalizadora del proceso.
Esta
figura viene a cristalizar un proceso de muchas variaciones y ajustes respecto
al rol que cumple el Estado frente a la provisión de vivienda social, y los
elementos que ha decidido externalizar o delegar en otros. Si bien es cierto
que en Chile ha sido más frecuente un Estado que delega ciertas funciones en
este ámbito, también ha tenido momentos donde se ha hecho cargo no solo de
gestionar, sino también de construir, como en los años 70s. Con la
implementación de las políticas neoliberales y la adopción del mercado como
política pública, no solo se ha institucionalizado y oficializado el rol de las
inmobiliarias y constructoras como ejecutoras de las viviendas, sino que además
se han ido complejizando también las funciones asociadas a la coordinación y
fiscalización, surgiendo entidades como las PSTA (Prestadores de asistencia
técnica) o las EO (Entidades organizadoras), que asumían funciones que
anteriormente tenía el Estado.
Actualmente
el Estado delega la coordinación de todos los actores involucrados en el
proceso de provisión de vivienda social –incluido el mismo Estado- en las antes
llamadas EGIS (Entidades de Gestión Inmobiliaria Social), y desde el 2011 llamadas
EP (Entidades patrocinantes).
La
aparición de la figura de la EGIS descentralizó el registro, que hasta antes de
la NPH era único, y permitió organizar la demanda de manera colectiva,
subsanando una de las principales críticas a la política anterior, al modo de
asignación que no solo destinaba a las familias más pobres a verdaderos
bolsones de pobreza en las periferias de las ciudades, sino que además lo hacía
de manera individual, generando conjuntos nuevos con familias extrañas entre
si, perdiéndose las redes y los contactos del lugar donde residían
anteriormente. Así las EGIS o EP ahora son las que organizan la demanda.
Según
el mismo MINVU las obligaciones de estas entidades son:
- Organización de la demanda
habitacional (cuando corresponda).
- Realizar acciones para
obtención y aplicación del subsidio.
- Diseño y elaboración de
proyectos de arquitectura e ingeniería.
- Desarrollar proyectos y
velar por su correcta ejecución, iniciando obras según el reglamento.
- Diseño y ejecución del Plan
de Habilitación Social.
- Verificar cumplimiento de
la reglamentación vigente (del programa, norma constructiva, etc.).
- Asegurar aplicación de
ahorro y aportes de terceros.
- Verificar idoneidad técnica
del contratista y aplicación Manual de Inspección Técnica de Obras.
- Mantener relación con
SERVIU (informes, instrucciones, formatos, calificaciones, organización de
hitos de proyectos, informe de cambios, etc.).
- Informar a SERVIU de adscripciones a proyectos.
Tanto
las EGIS como las EP han adoptado tres tipologías: Pública (como por ejemplo
los municipios), privada sin fines de lucro (como fundaciones y corporaciones) y
finalmente, privadas con fines de lucros (empresas o consultoras), y el listado
de ellas puede encontrarse en la página web del Ministerio de Vivienda. Tan
solo en el región metropolitana las EP habilitadas alcanzan las 137, y en todo
Chile son 647. Si bien las obligaciones que rigen a estas entidades son las
mismas, los modelos de gestión varían (Sur, 2011; Valenzuela, 2012) y se pueden
ver resumidas en el siguiente cuadro:
De
este modo puede verse que el espacio de maniobra para estas entidades es
amplio, y que pese a una misma normativa pueden diferenciarse entre si, más aún
cuando el número de EP es tan alto.
Saliendo
un poco del caso de Chile y mirando a la experiencia internacional, cabe destacar
que la existencia de entes coordinadores y gestores de la vivienda de interés
social no es exclusiva de Chile, sin embargo el formato de la EGIS o EP es
propio de países donde impera un modelo económico neoliberal. Así, un caso
similar puede verse en Estados Unidos, donde así como en chile en Chile, en la
vivienda “al igual que en otros ámbitos de la provisión de servicios públicos,
el Estado pasa a cumplir un rol financiero y regulatorio, pero delega en
consultoras privadas la generación de servicios o productos” (Valenzuela, 2012
p.26). El trabajo de Ellen y Voicu (2006) da cuenta de cómo en el contexto
estadounidense pueden verse diferencias entre las organizaciones gestoras con y
sin fines de lucro. Dos diferencias son importantes de rescatar: la diferencia
que produce en el resultado la orientación hacia el lucro, cuando hay fin de
lucro se tienen resultados más eficientes en cuanto a cantidad, mientras que
cuando no hay fin de lucro los resultados son mejores en calidad. La segunda
diferencia a destacar es la que tiene relación con el involucramiento con las
comunidades, que se vería mucho más presente y fuerte en entidades sin fin de
lucro.
Respecto
a estas diferencias Ellen y Voicu (2006) dirán, a través de una revisión a la
teoría de las empresas sin fines de lucro, que cuando se puede regular y
fiscalizar la calidad del producto serán mejores en la provisiones de servicios
y/o productos las empresas con fin de lucro, mientras que si el mercado es
asimétrico en información y la fiscalización de la calidad del producto es
difícil, serán mejores proveedores del servicio y/o producto las empresas sin
fin de lucro.
En
el contexto chileno, como ya fue dicho, también está la figura de la entidad
pública, representada por las municipalidades, lo que introduce una arista más,
y no es tan fácil trazar la línea que se vislumbra con el análisis del caso
estodunidense. Algunos autores como Sugranyes (2011) dirán que las EGIS surgen
en un contexto de poca regulación, y que se desviaron de su espíritu mediador y
gestor, acercándose mucho más hacia las inmobiliarias y constructoras, mientras
que rescata el trabajo de agrupaciones como el MPL (Movimiento Pobladores en
Lucha) que logran gestionar su propia EGIS. Y en el mismo panorama podemos
apreciar el trabajo de fundaciones como TECHO que, según Atria (2009, p.27) se
“destaca [por] el vínculo de largo
plazo con las comunidades, la integración social y el acceso a la vivienda
entregando niveles de excelencia en lo que respecta a calidad, información,
asesoría y habilitación social.”
Se configura de esta manera un escenario
diverso, donde bajo un mismo tipo de dispositivo de gestión y coordinación de
varios actores en torno a la política de vivienda social, se despliegan formas
diversas en su modelo de gestión. Esto puede tener incidencia en los mismos
actores participes del proceso y en su rol en el mismo, como en los resultados
una vez finalizado el proceso.
Se
desprende entonces la siguiente pregunta de investigación: ¿Los diferentes modelos de gestión que pueden desarrollarse bajo el
modelo de las Entidades Patrocinantes (o Entidades de Gestión Inmobiliaria
Social) generan procesos de acceso a la vivienda y resultados diferentes? De
ser así, ¿Cuáles son estas diferencias y como son las redes que articulan?
Para
poder dar respuesta a esta pregunta se utilizará la metodología de la revisión
de casos. Dada la complejidad del problema –por las tres tipologías a analizar-
se hará a través de la revisión bibliográfica al respecto de diferentes casos
de gestión de EP o EGIS correspondientes a casa tipología, y analizando las
similitudes y diferencias entre proyectos gestionados por cada tipo de entidad.
A través
de este análisis se busca: ver como se relacionan los actores del proceso bajo
cada modelo de gestión, observar que actores tienen más o menos protagonismo
bajo los diferentes modelos de gestión, establecer diferencias y similitudes entre los
procesos y los resultados, es decir tipo de vivienda (tipología y localización).
Referencias:
Atria, J. (2009). Capital Social y Voluntariado: claves para un financiamiento solidario de la vivienda social. El caso de la fundación Un Techo para Chile.Revista INVI, 22(61).
Ellen, I. Voicu, I. (2006). Nonprofit Housing and Neighborhood Spillovers. Journal of Policy Analysis and Management, Vol. 25, No. 1 (Winter, 2006), 31-52
Farías, I. (2014). "Improvising a market, making a model: social housing policy in Chile". Economy and Society.
Hidalgo, R. (2007)."¿Se acabó el suelo en la gran ciudad? Las nuevas periferias metropolitanas de la vivienda social en Santiago de Chile". Revista EURE, v.33 n98, Santiago.
Ministerio de Vivienda y Urbanismo (s/f). "Nuevas entidades patrocinantes". Recuperado el 25 de agosto de 2014, de http://www.minvu.cl/opensite_20070311161529.aspx
Ministerio de Vivienda y Urbanismo (2013). "Cuáles son las obligaciones de las Entidades Patrocinantes". Recuperado el 25 de agosto de 2014, de http://proveedorestecnicos.minvu.cl/2013/12/cuales-son-las-obligaciones-de-las-entidades-patrocinantes/
Noemi, A. (2006) "Las casas "pitufas"". Recuperado el 25 de agosto de 2014, de http://www.elrancahuaso.cl/admin/render/noticia/4438
Sugranyes, A. (2011). "La reconstrucción social del subsidio habitacional" en Centro Cooperativo Sueco, El camino posible: Producción social del Hábitat en América latina (pp. 45-56). Ediciones Trilce.
SUR Profesionales Consultores (2011). Investigación del funcionamiento de las Entidades de Gestión Inmobiliaria y Social en la Política Habitacional. Santiago, Chile.
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Herman, P. (2012)."El escándalo de las casas Copeva". Recuperado el 25 de agosto de 2014, de http://radio.uchile.cl/2012/10/28/el-escandalo-de-las-casas-copeva
Hidalgo, R. (2007)."¿Se acabó el suelo en la gran ciudad? Las nuevas periferias metropolitanas de la vivienda social en Santiago de Chile". Revista EURE, v.33 n98, Santiago.
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Sugranyes, A. (2011). "La reconstrucción social del subsidio habitacional" en Centro Cooperativo Sueco, El camino posible: Producción social del Hábitat en América latina (pp. 45-56). Ediciones Trilce.
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